Somos pobres porque somos ricos




Introducción.

El desarrollo del subdesarrollo

La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. América Latina sigue trabajando de sirviente, es fuente de reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos.
El atraso y la miseria de América no es otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos, otros ganaron. Pero ocurre que los que ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos. De ahí proviene la insignia de que nosotros, los llamados países subdesarrollados somos pobres porque somos ricos.

Bien lo menciona Alberto Acosta en su libro La Maldición de la Abundancia, donde pone sobre la mesa la forma en que los países de América Latina han sido explotados, manipulados, cómo los campesinos han vendido sus tierras dejándose deslumbrar por una suma a la que se le antepone el signo dólar, cómo han permitido que multinacionales como Monsanto introduzcan sus herbicidas y plaguicidas en sus campos (con fines no buenos por cierto) y en fin, el gran despliegue de riquezas que poseemos, pero a las cuales no les hemos dado el uso adecuado. Esto, según Acosta involucra directamente a los Gobiernos que nos han dirigido y la dominación que ha traído consigo en la ciudadanía por décadas, tomando el caso de Ecuador.

Escarbando oro
Para llegar al entendimiento del significado de desarrollo y subdesarrollo, debemos remontarnos a la historia, desde cuando América Latina fue conquistada y su pueblo colonizado por la metrópoli europea para expropiar el excedente económico de los trabajadores del satélite y apropiárselo para su acumulación de capital, iniciando con ello el presente subdesarrollo del satélite y el desarrollo económico de la metrópoli. La relación capitalista metrópoli-satélite entre Europa y América Latina fue establecida por la fuerza de las armas. Y por esta misma fuerza, así como por la fuerza de la creciente vinculación económica y de otro tipo, se ha mantenido esta relación hasta hoy. Las principales transformaciones ocurridas en América Latina en los cuatro últimos siglos han sido producto de sus respuestas a las influencias económicas, políticas y otras que, o bien partieron de la metrópoli, o bien surgieron de la estructura metrópoli-satélite.
En el libro Las Venas Abiertas de América Latina, Eduardo Galeano, escritor uruguayo, analiza la historia de América Latina de modo global desde la Colonización europea de América hasta la Latinoamérica contemporánea, argumentando con crónicas y narraciones el constante saqueo de los recursos naturales de la región por parte de los imperios coloniales, entre los siglos XVI y XIX, y los Estados imperialistas, el Reino Unido y los Estados Unidos principalmente, desde el siglo XIX en adelante. Este interesante ensayo nos deja claro entre tantas cosas que, el desarrollo desarrolla la desigualdad. Los países desarrollados nunca fueron subdesarrollados, aunque pudieron haber estado pocos desarrollados. El desarrollo y el subdesarrollo son las dos caras opuestas de la misma moneda, dicho con más precisión, los países desarrollados lograron su crecimiento a costa del subdesarrollo de otras naciones.

Desde que Cristóbal Colón comenzó su travesía en el mar, tenía muy clara la meta: buscar oro. Sabía que a donde iba, estaría todos los tesoros de los indios y como sus aventuras estuvieron financiadas por dinero de algunos Gobiernos, no paró hasta descubrir literalmente que América valía oro. Lastimosamente, con el pasar de los años la mortalidad de las fortunas que la naturaleza ha venido otorgando, el imperialismo lo ha ido usurando.`

Sociedades económicas duales
Las perspectivas históricas basadas en la experiencia pasada de los países subdesarrollados sugieren que, por el contrario, el desarrollo económico de los países subdesarrollados puede ocurrir sólo sí se adoptara la independencia. Evidentes desigualdades de de renta y deferencias culturales han llevado a muchos observadores a ver sociedades y economías duales en los países subdesarrollados.
La sociedad dual es un gran freno al cambio. Desde dos mundos tan distintos, que conviven en un mismo Estado, no se puede plantear un proyecto de nación diferente, ni proponer una diferente estrategia de desarrollo, porque una parte está satisfecha de cómo van las cosas. Habiendo derrotado a las revoluciones marxistas y no perfilándose ninguna en el horizonte, los ricos de América Latina se han entregado a vivir con todo el lujo que les permiten la reducción de aranceles, la liberalización de los movimientos de capital, el acceso a las nuevas tecnologías y el disfrute de los servicios, financieros, de comunicaciones y de entretenimiento, etcétera, que les prestan ahora empresas multinacionales del primer mundo con estándares de eficiencia habituales en el primer mundo. Con servicios técnicos del primer mundo y con el servicio doméstico del tercero, los ricos de la sociedad dual se benefician realmente de lo mejor de los dos mundos. ¿Por qué habrían de cambiar?
Para no irnos tan lejos, demos un vistazo a nuestro alrededor y veamos la desigualdad de clases sociales en las que vivimos. En la esquina podemos ver una casa muy lujosa, garaje, piscina, dos pitbul, sistema de seguridad GW4, entre otras comodidades, pero dos cuadras más allá, también podemos ver a una familia de seis, dentro de una casa de cuatro por seis metros, de madera, con el piso de tierra, sin agua ni alcantarillado. Las cartas están en la mesa y a estas alturas del partido, muchos países eligen no dejar de jugar.

Muerte silenciosa
En los años de bachillerato -y me atrevería a decir que también en ciertas universidades, los profesores ubican a los países desarrollados como ejemplo de superación, repiten en los estudiantes la forma en que nosotros, los países pobrecitos, debemos seguir a las potencias. Pero no les dan las respuestas de por qué el sistema sigue vomitando hombres, siempre hará falta empleo, falta trabajo, falta techos. Durante generaciones, en el mundo, dos tercios se han mantenido como pobres y un tercio como rico.
El sistema habla de un lenguaje subrealista, propone evitar los nacimientos en América Latina; opina que faltan capitales en países donde los capitales sobran pero se desperdicia; domina ayuda al drenaje de las riquezas que las inversiones extranjeras provocan. Son secretas las matanzas de la miseria en América Latina, es como una muerte silenciosa. En América Latina resulta más higiénico y eficaz matar a los guerrilleros en los úteros que en las guerras o en las calles.

Sólo como para validar este ensayo en cifras, el ingreso per cápita de los Estados Unidos es quince veces más alto que el ingreso de América Latina; el ingreso promedio de un ciudadano norteamericano es quince veces más alto que el ingreso de un latinoamericano; hay 60 millones de campesinos cuya fortuna asciende a 25 centavos de dólar por día, mientras que, en el otro extremo los proxenetas de la desdicha se dan el lujo de acumular cinco millones de dólares en sus cuentas privadas en Suiza o Estados Unidos; los tres mayores mercados de América Latina Argentina, Brasil y México no alcanzar a desigualar sumados, la cantidad de consumo de Alemania o Francia.
En la mayor parte de los países latinoamericanos la gente no sobra, falta. Brasil tiene 38 menos habitantes por kilómetro cuadrado que Bélgica; Paraguay, 49 veces menos que Inglaterra, Perú, 32 veces menos que Japón, Haití y el Salvador densidad de población menor que la de Italia.

Soluciones: ¿”Combata a la pobreza, mate a un mendigo”?
Frases conocidas, ligadas a un darwinismo social del cual estamos siendo sometidos, puestos a pruebas como conejillos de india, ofrecen al subdesarrollo de América Latina una solución “inteligente”: una limpieza étnica.
Josué de Castro, político-médico-economista llegó a decir: “Yo que he recibido un premio internacional de la paz, pienso que, infelizmente, no hay otra solución que la violencia para América latina. Y hasta se ha hecho célebre la frase de Lyndon Johnson, ex presidente de Estados Unidos: “Cinco dólares invertidos contra el crecimiento de la población son más eficaces que diez dólares invertidos en el crecimiento económico”.

Todo este esfuerzo de sistematización teórica y crítica no sólo puede contribuir a elevar el nivel de cultura económica y política de los estudiantes, sino que también puede nutrir la formación en el campo de la elaboración de estrategias de desarrollo y políticas económicas, toda vez que el contexto actual de la globalización neoliberal plantea el reto de disponer de aquellas que contribuyan en la mayor medida posible a la realización de los objetivos económicos y sociales de un país. Está en usted, estimado lector, si mata a un mendigo para solucionar la pobreza o crea, educa y promulga soluciones alternativas, socio-políticas y sociales que pueden surgir desde una aula clases.



BIBLIOGRAFÍA

Carlos Marx, El Capital, p. X. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1973.

Silvio Zavala, en su New Viewpoints on the Spanish Colonization of America (1943: 80, 84)

Acosta Alberto, La Maldición de la Abundancia, editorial, Ecuador 2009.

Eduardo Galeano, Las Venas Abiertas de América Latina, quincuagésima octava edición 2005.

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